Si Lulo pudiera hablar, probablemente nos contaría una historia trágica. Pero Lulo no puede hablar, al menos no con palabras. Sus acciones hablan por él.
Nos cuentan sobre promesas rotas y decepciones. La promesa de cuidarlo fue traicionada. Sus gestos nos recuerdan manos que le han causado dolor. Lulo evita el contacto físico. Cuando alguien se acerca, mantiene distancia y observa. Si la cercanía se vuelve demasiado intensa, cambia de lugar. Un chico astuto y alerta. En los primeros momentos, teme que esta persona pueda lastimarlo nuevamente.
Sin embargo, Lulo sabe cómo caminar con la correa. Tan pronto como se sale a caminar con él, su comportamiento cambia. Con el tiempo, se relaja, se detiene y te mira, como si se estuviera preguntando: “¿Y ahora qué?”
“Parece estar pensando, ‘¿a dónde vamos?'” La respuesta yace en su futuro. Un futuro que esperamos esté lleno de amor, confianza y seguridad